Fuente: National Geographic
Una asociación de científicos, entre ellos Douglas McCauley, de la Universidad de California en Santa Barbara (UCSB), ha encontrado que los mismos patrones que llevaron al colapso a poblaciones de animales salvajes en tierra están teniendo lugar en el mar.
Según los investigadores, las poblaciones de vida silvestre en los océanos son tan saludables como aquellas que estaban en tierra hace cientos o miles años. Sin embargo, advierten que eso puede estar a punto de cambiar, ya que, se augura, los próximos 100 años parecen ser un gran desafío para la vida marina.
Las conclusiones comparan el curso de la Revolución Industrial sobre tierra con los patrones actuales del uso que dan los humanos a los mares del mundo. Durante la década de 1800, grandes extensiones de tierras de cultivo y fábricas ejercieron presión sobre los bosques y extrajeron recursos mediante la explotación y perforación del terreno. En consecuencia, muchas especies terrestres terminaron por extinguirse. En el océano, sin embargo, la pesca continuó dependiendo de veleros agrupados en pequeñas porciones de aguas costeras.
“Las cosas han cambiado mucho en los últimos 200 años”, dijo McCauley, autor principal del estudio y profesor del Departamento de Ecología, Evolución y Biología Marina (EEMB, por sus siglas en ingles) en la UCSB. "Nuestra caja de pescar se ha industrializado”.
El coautor Steve Palumbi, de la Universidad de Stanford, enumera varias amenazas emergentes para los océanos. "Hay granjas industriales en el mar y unidades de engorda de atún estilo rancho ganadero", anotó. "Las granjas camaroneras están devorando los manglares con un apetito similar al de la agricultura terrestre, que consumió praderas nativas y bosques. Se están presentando reclamos para explotar el fondo marino con un fervor similar al de la fiebre del oro, y máquinas de minería oceánica de 300 toneladas y barcos pesqueros de 228 metros están empezando a ensartar la línea de ensamble para hacer este trabajo".
Según los autores, el aumento en el uso industrial de los océanos y la globalización de la explotación marina amenazan con dañar la salud de las poblaciones de fauna marina, lo que torna la situación en los océanos tan sombría como lo es en tierra. Como señaló McCauley, ahora pescamos con helicópteros, practicamos el arrastre guiado por satélite y usamos supersedales que se extienden de Nueva York a Filadelfia.
"Todo indica que podríamos estar iniciando una revolución industrial marina", dijo. "Nos estamos preparando para reproducir en los océanos el proceso de la vida silvestre Armagedón que hemos diseñado en la tierra”.
Una solución que el documento destaca implica reservar áreas del océano cada vez más grandes, que estén a salvo del desarrollo industrial y la pesca. Sin embargo, el coautor Robert Warner, profesor de investigación en el EEMB de la UCSB, advirtió que las reservas solas no son suficientes. "Necesitamos una política creativa y eficaz para manejar el daño infligido a la fauna marina en los vastos espacios que hay entre las zonas marinas protegidas", dijo.
Entre las amenazas más graves para la fauna marina se encuentra el cambio climático, que según los científicos está degradando los hábitats de los animales del mar y tiene un impacto mayor en ellos que en la fauna terrestre. "Cualquier persona que haya cuidado alguna vez una pecera sabe que el activar el calentador de acuario y volcar ácido en el agua mete a los peces en problemas", argumentó el coautor Malin Pinsky, ecologista de la Universidad de Rutgers. "Esto es lo que el cambio climático está haciendo a los océanos ahora”.
Aun así, como los investigadores enfatizaron, la relativa salud de los océanos presenta una oportunidad para salvarlos. "Debido a que ha habido mucho menos casos de extinción en los océanos, todavía tenemos los ingredientes necesarios para la recuperación", dijo McCauley. "Hay una esperanza para las especies marinas que simplemente no existe para los cientos de especies de fauna terrestre que ya han cruzado el umbral de la extinción”.
El futuro del océano aún está por determinarse, dicen los investigadores. "Podemos equivocarnos y cometer en el mar los mismos errores en que incurrimos en la tierra, o podemos trazar colectivamente un futuro diferente y mejor para nuestros océanos", Warner concluyó.